Necesito compartir las dudas y reflexiones que
estos días de paro obligatorio no han dejado de asaltarme en sueños y vigilias.
¡Qué difícil ha sido dejar de cuidar a la niña bonita! La decisión de dejar de
serviros libros, cuando más necesarios son, ha sido una batalla interior todavía
no resuelta porque estoy convencida de que la vida sin ellos es un baile sin
música.
En la decisión ha prevalecido la salud. La
vuestra, la de Mario el transportista, la nuestra. La de todos. Es la respuesta
responsable que hemos tomado frente a otras que vemos estos días en nuestras
calles; sonrientes, de low cost, de las que arriman el hombro y los dineros al
arca social.
Confieso que no pienso tanto en el ahora como
en el después y, a veces, en el antes. Cualquier psicólogo me diría "no, no, es
el presente donde debes instalarte, el ahora y aquí te darán la paz y la tranquilidad de pensamiento". Pero este presente lo siento
como una atadura que me inmoviliza. Necesito repensar el pasado para construir
otro futuro.
Le doy vueltas al oficio de librera. Me
pregunto si vale la pena tanta carga de trabajo, tanta dedicación. En los
últimos años el aluvión de novedades editoriales ha supuesto un peso difícil de
llevar, un ritmo complicado de seguir. Nos resta tiempo y esfuerzos para
atender los aspectos que consideramos pilares de nuestro trabajo: conocer bien
los libros para proponeros lecturas interesantes.
¿Por qué se publica tanto? ¿Formamos parte de
una infraestructura económica que inunda el mercado de libros inútiles? Sí,
existen libros que no sirven para nada más que para alimentar el fuego de la
caldera mercantil, y hacernos participes del deterioro de nuestro planeta y del atontamiento de
nuestras mentes. Dice Kafka que solo debemos leer libros que nos muerdan y nos
arañen, que el libro debe ser el hacha que quiebre el mar helado dentro de
nosotros. Me posiciono junto a esta manera de entender la literatura. Transformación,
deleite, acción.
No queremos ni podemos ser una máquina
expendedora de libros, no valdría la pena el esfuerzo. Queremos ser una fuerza,
aunque sea pequeña, que aporte elementos de cambio. Necesitamos un mundo nuevo;
¡qué triste sería no aprender nada de esta experiencia inesperada, de esta
oportunidad única!
Decrecer para preservar. Consumir responsablemente
para cuidar. Escuchar para comprender. Atender a los otros para crear comunidad.
Aprender a leer para transformar.
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