Leer es un placer que practicamos en soledad. Iniciamos un Club de
Lectura en Librería Noviembre para compartir esta lectura con otras personas y
así poder construir entre todas un sentido
más profundo de un texto, a través de las aportaciones de otras miradas, de
otros lectores.
"Para la
mayor parte de la Historia, Anónimo era una mujer" dijo Virginia Woolf.
Esta frase nos empujó a convocar este Club para a visibilizar la obra de grandes
autoras que desconocemos o conocemos “de oídas”, y que forman también una
tradición literaria. Seguiremos sus pasos en el camino que abrieron con tanto
esfuerzo.
Cada mes y a través de este espacio, compartiremos
con vosotras y vosotros las impresiones que nos ha dejado el libro al Club de
Lectura, intentando no desvelar el final, para que sirva de guía de lectura, si
os apetece.
Lourdes Rubio, periodista y crítica literaria, será la
coordinadora de este Club que nace con la vocación de ofrecer distintos puntos
de vista que enriquezcan nuestras lecturas. Intentaremos que así sea.
Y lo inauguramos el
7 de marzo de 2019 con Tea Rooms (1934), de la escritora Luisa Carnés (1905-1964) porque, a
pesar de ser reconocida como periodista y narradora, y perteneciente a la
generación del 27, su obra cayó en el olvido del exilio durante más de 60 años.
Luisa Carnés, nació en el seno de una familia humilde y
consiguió con tesón y esfuerzo, autoformarse y convertirse en una gran narradora
de su tiempo. Murió prematuramente como consecuencia de un accidente,
curiosamente cuando volvía a su casa, un 8 de marzo, tras dar un discurso por
el Día de la Mujer a la colonia española en México.
Según Rubio, hay
cuatro aspectos que aparecen a lo largo de toda la obra literaria de Carnés:
- El sentido social de su narrativa
- La teoría feminista y el papel de la mujer en la sociedad
- El retrato de su infancia y juventud
- La defensa de la justicia social
A través de sus
palabras, dibujaremos una primera aproximación a la novela, para luego
enriquecerla y completarla con los puntos de vista de las distintas
participantes en el Club.
Tea Rooms. Mujeres obreras se enmarca dentro de la narrativa social de preguerra o del llamado realismo socialista, término que
identifica a los autores que se muestran en sus obras literarias como partidarios
de reformas sociales en beneficio de las clases populares.
A lo largo de sus
páginas, Carnés dará una idea de cómo viven o malviven las mujeres en los años
30, así como de las distintas clases sociales y los privilegios de las más
pudientes que esta cita resume de manera muy intuitiva: “la escalera de
servicio y el ascensor de subida”. Es, en este sentido, una crítica social de una época, un retrato
crudo que aborda temas como la
precariedad laboral (de estas mujeres obreras que se desloman trabajando de sol
a sol para recibir un jornal que no les llega para vivir ni independizarse,
apenas para comer), su educación y alfabetización, el trabajo doméstico, la
prostitución o el abuso sexual. Todos ellos, temas con una lectura muy actual.
La acción
transcurre en el pequeño espacio de una pastelería donde las desiguales
relaciones de poder marcan el devenir cotidiano. Desigualdades entre hombres y
mujeres, por ejemplo, en el reparto de tareas y en las parcelas de poder, que
lamentablemente hoy se siguen dando.
Su título, Tea
Rooms. Mujeres obreras, encierra una contradicción: el salón de una
pastelería frecuentada por gente acomodada, que es atendida, servida por
mujeres obreras explotadas y sin futuro, como refleja esta cita cuando se
cambian de ropa en un cuartucho maloliente para comenzar su jornada laboral:
En estos clavos cuelgan cada
mañana las mujeres su personalidad.
¿Qué nos ha
aportado esta novela de 1932? El retrato
de un momento histórico, que refleja sobretodo la situación laboral de las
mujeres en los años 30 en España, y su inevitable paralelismo con la precariedad laboral que vivimos
actualmente fruto de la crisis económica que está borrando nuestro estado de bienestar. Y también el retrato de la
tradición en la lucha feminista por la justicia social.
La novela, coral
en su concepción de los personajes, muestra un abanico de distintos estereotipos de mujer: la joven noble y
reivindicativa, la asimilada y amargada, la beata cuya voluntad ha sido anulada
por la religión, la desilusionada, la encargada en su mísera parcela de poder, etc.
Cada una con sus sueños por cumplir,
en un mundo que las ignora.
El lenguaje y estilo que emplea Luisa
Carnés en la novela es frío, sintético y visual, deliberadamente distante, como
una lente, sin concesiones al lector, que se encuentra ante una historia dura
pero no se permite caer en el melodrama fácil (ni a los personajes, ni a los
lectores), y que puede resumirse en esta cita:
Diez
horas de trabajo, cansancio, tres pesetas.
Diez
horas, cansancio, tres pesetas.
El narrador, omnisciente,
como una cámara cinematográfica, lo registra todo, lo describe todo desde su
puesto de observador, cual crónica periodística, y de este modo hace avanzar la
acción. Su mirada también política reflexiona sobre las injusticias sociales
que presencia. La influencia del cine en esta mirada y esta forma de contar es
destacable a lo largo del texto, especialmente en el inicio.
En resumen, Tea Rooms es una novela fácil de leer,
sencilla, aparentemente simple.
Luisa Carnés sabe perfectamente qué quiere contar y cómo contarlo. Quiere hacer
un retrato nítido en el que podamos
sentirnos reflejadas (no para rozar el melodrama, sino para tomar conciencia de la situación),
detectar las injusticias y alzar la voz para denunciarlas. Y la sencillez de
este registro es lo que hace creíble a los personajes. Es un libro realista y
tristemente actual: precariedad laboral y desigualdad. A lo largo de la
historia, como mujeres obreras, hemos apoyado a los hombres en la lucha obrera,
pero la mayoría de los hombres nos han dejado solas en la lucha por la
igualdad.
La mayoría de
lectoras del Club somos mujeres y hemos visto en la novela todo este trasfondo
social. Luisa Carnés pretendió que emergiera una nueva mujer, concienciada y organizada:
Destruir. Para edificar.
Edificar sobre cimientos de cultura. Y de fraternidad.
A tenor de lo visto el 8 de marzo, quizá lo
consiguió.
Para complementar
la lectura de Tea Rooms, Lourdes Rubio
nos propone la lectura de los siguientes artículos, y otros libros, que ahondan
en algunos aspectos destacables.
En primer lugar,
a propósito del narrador
omnisciente, Mario Vargas Llosa en un artículo (consultar aquí) habla del papel
del “narrador-personaje” en literatura. Sería aquel que da testimonio cercano de la historia que conduce (en
una novela). Aunque esta cercanía lo limita, ya que le impide poder hablar de
los personajes cuando éstos se apartan del foco, o se salen de plano.
¿Podríamos hablar de este narrador-limitado en Tea Rooms?
En segundo lugar,
respecto al tema de fondo y el estilo de Tea
Rooms, Elena Poniatowska, en su libro Las
indómitas (2016), recoge una serie de reportajes sobre mujeres anónimas que lucharon por la
Revolución mexicana. Una de ellas es Josefina Vicens, autora de El libro vacío. A propósito de éste,
dice Poniatowska: se cumple “la difícil máxima de escribir con facilidad”, su autora “amaba a la gente de todos los
días, gente común y corriente”.
Como hemos
apuntado, en Tea Rooms encontramos
también esa sencillez del lenguaje que define a los personajes con un par de
pinceladas, pero que ¡cuentan tanto!
Y, en tercer
lugar, lo que nos atrae de la novela. Dice A. Muñoz Molina que “lo que hace
falta en una novela es que uno sienta el impulso
físico de adentrarse en lo desconocido”. ¿Tea
Rooms nos da este impulso? Nosotras juzgamos que sí.
·
Otros libros de Luisa Carnés recientemente publicados:
Natacha (Ed. Espuela de Plata)
De Barcelona a la
Bretaña francesa. Memorias (Ed. Renacimiento)
Trece cuentos (Ed. Lata de Sal)
- Para conocer más detalles de su vida y obra, te recomendamos visitar los siguientes enlaces:
- Otros enlaces relacionados con este texto:
-
Elena
Medel: “Otra vuelta de canon”:
-
Mario Vargas Llosa:
-
Antonio
Muñoz Molina:
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