jueves, 21 de marzo de 2019

Club de Lectura marzo 2019: TEA ROOMS, MUJERES OBRERAS de Luisa Carnés


Leer es un placer que practicamos en soledad. Iniciamos un Club de Lectura en Librería Noviembre para compartir esta lectura con otras personas y así poder construir entre todas un sentido más profundo de un texto, a través de las aportaciones de otras miradas, de otros lectores.

"Para la mayor parte de la Historia, Anónimo era una mujer" dijo Virginia Woolf. Esta frase nos empujó a convocar este Club para a visibilizar la obra de grandes autoras que desconocemos o conocemos “de oídas”, y que forman también una tradición literaria. Seguiremos sus pasos en el camino que abrieron con tanto esfuerzo.

Cada  mes y a través de este espacio, compartiremos con vosotras y vosotros las impresiones que nos ha dejado el libro al Club de Lectura, intentando no desvelar el final, para que sirva de guía de lectura, si os apetece. 

Lourdes Rubio, periodista y crítica literaria, será la coordinadora de este Club que nace con la vocación de ofrecer distintos puntos de vista que enriquezcan nuestras lecturas. Intentaremos que así sea.

Y lo inauguramos el 7 de marzo de 2019 con Tea Rooms (1934), de la escritora Luisa Carnés (1905-1964) porque, a pesar de ser reconocida como periodista y narradora, y perteneciente a la generación del 27, su obra cayó en el olvido del exilio durante más de 60 años.

Luisa Carnés, nació en el seno de una familia humilde y consiguió con tesón y esfuerzo, autoformarse y convertirse en una gran narradora de su tiempo. Murió prematuramente como consecuencia de un accidente, curiosamente cuando volvía a su casa, un 8 de marzo, tras dar un discurso por el Día de la Mujer a la colonia española en México.


Según Rubio, hay cuatro aspectos que aparecen a lo largo de toda la obra literaria de Carnés:

  • El sentido social de su narrativa 
  •  La teoría feminista y el papel de la mujer en la sociedad
  • El retrato de su infancia y juventud
  • La defensa de la justicia social

A través de sus palabras, dibujaremos una primera aproximación a la novela, para luego enriquecerla y completarla con los puntos de vista de las distintas participantes en el Club.

Tea Rooms. Mujeres obreras se enmarca dentro de la narrativa social de preguerra o del llamado realismo socialista, término que identifica a los autores que se muestran en sus obras literarias como partidarios de reformas sociales en beneficio de las clases populares.

A lo largo de sus páginas, Carnés dará una idea de cómo viven o malviven las mujeres en los años 30, así como de las distintas clases sociales y los privilegios de las más pudientes que esta cita resume de manera muy intuitiva: “la escalera de servicio y el ascensor de subida”. Es, en este sentido, una crítica social de una época, un retrato crudo que aborda temas  como la precariedad laboral (de estas mujeres obreras que se desloman trabajando de sol a sol para recibir un jornal que no les llega para vivir ni independizarse, apenas para comer), su educación y alfabetización, el trabajo doméstico, la prostitución o el abuso sexual. Todos ellos, temas con una lectura muy actual.

La acción transcurre en el pequeño espacio de una pastelería donde las desiguales relaciones de poder marcan el devenir cotidiano. Desigualdades entre hombres y mujeres, por ejemplo, en el reparto de tareas y en las parcelas de poder, que lamentablemente hoy se siguen dando.

Su título, Tea Rooms. Mujeres obreras, encierra una contradicción: el salón de una pastelería frecuentada por gente acomodada, que es atendida, servida por mujeres obreras explotadas y sin futuro, como refleja esta cita cuando se cambian de ropa en un cuartucho maloliente para comenzar su jornada laboral:
En estos clavos cuelgan cada mañana las mujeres su personalidad.

¿Qué nos ha aportado esta novela de 1932? El retrato de un momento histórico, que refleja sobretodo la situación laboral de las mujeres en los años 30 en España, y su inevitable paralelismo con la precariedad laboral que vivimos actualmente fruto de la crisis económica que está borrando nuestro estado de bienestar. Y también el retrato de la tradición en la lucha feminista por la justicia social.

La novela, coral en su concepción de los personajes, muestra un abanico de distintos estereotipos de mujer: la joven noble y reivindicativa, la asimilada y amargada, la beata cuya voluntad ha sido anulada por la religión, la desilusionada, la encargada en su mísera parcela de poder, etc. Cada una con sus sueños por cumplir, en un mundo que las ignora.

El lenguaje y estilo que emplea Luisa Carnés en la novela es frío, sintético y visual, deliberadamente distante, como una lente, sin concesiones al lector, que se encuentra ante una historia dura pero no se permite caer en el melodrama fácil (ni a los personajes, ni a los lectores), y que puede resumirse en esta cita:
Diez horas de trabajo, cansancio, tres pesetas.

Diez horas, cansancio, tres pesetas.

El narrador, omnisciente, como una cámara cinematográfica, lo registra todo, lo describe todo desde su puesto de observador, cual crónica periodística, y de este modo hace avanzar la acción. Su mirada también política reflexiona sobre las injusticias sociales que presencia. La influencia del cine en esta mirada y esta forma de contar es destacable a lo largo del texto, especialmente en el inicio.

En resumen, Tea Rooms es una novela fácil de leer, sencilla, aparentemente simple. Luisa Carnés sabe perfectamente qué quiere contar y cómo contarlo. Quiere hacer un retrato nítido en el que podamos sentirnos reflejadas (no para rozar el melodrama, sino para tomar conciencia de la situación), detectar las injusticias y alzar la voz para denunciarlas. Y la sencillez de este registro es lo que hace creíble a los personajes. Es un libro realista y tristemente actual: precariedad laboral y desigualdad. A lo largo de la historia, como mujeres obreras, hemos apoyado a los hombres en la lucha obrera, pero la mayoría de los hombres nos han dejado solas en la lucha por la igualdad.

La mayoría de lectoras del Club somos mujeres y hemos visto en la novela todo este trasfondo social. Luisa Carnés pretendió que emergiera una nueva mujer, concienciada y organizada:
Destruir. Para edificar. Edificar sobre cimientos de cultura. Y de fraternidad.

 A tenor de lo visto el 8 de marzo, quizá lo consiguió.

Para complementar la lectura de Tea Rooms, Lourdes Rubio nos propone la lectura de los siguientes artículos, y otros libros, que ahondan en algunos aspectos destacables.

En primer lugar, a propósito del narrador omnisciente, Mario Vargas Llosa en un artículo (consultar aquí) habla del papel del “narrador-personaje” en literatura. Sería aquel que da testimonio cercano de la historia que conduce (en una novela). Aunque esta cercanía lo limita, ya que le impide poder hablar de los personajes cuando éstos se apartan del foco, o se salen de plano. ¿Podríamos hablar de este narrador-limitado en Tea Rooms

En segundo lugar, respecto al tema de fondo y el estilo de Tea Rooms, Elena Poniatowska, en su libro Las indómitas (2016), recoge una serie de reportajes  sobre mujeres anónimas que lucharon por la Revolución mexicana. Una de ellas es Josefina Vicens, autora de El libro vacío. A propósito de éste, dice Poniatowska: se cumple “la difícil máxima de escribir con facilidad”, su autora “amaba a la gente de todos los días, gente común y corriente”.

Como hemos apuntado, en Tea Rooms encontramos también esa sencillez del lenguaje que define a los personajes con un par de pinceladas, pero que ¡cuentan tanto!

Y, en tercer lugar, lo que nos atrae de la novela. Dice A. Muñoz Molina que “lo que hace falta en una novela es que uno sienta el impulso físico de adentrarse en lo desconocido”. ¿Tea Rooms nos da este impulso? Nosotras juzgamos que sí.




·         Otros libros de Luisa Carnés recientemente publicados:

Natacha (Ed. Espuela de Plata)
De Barcelona a la Bretaña francesa. Memorias (Ed. Renacimiento)
Trece cuentos (Ed. Lata de Sal)


  •          Para conocer más detalles de su vida y obra, te recomendamos visitar los siguientes enlaces:

  •         Otros enlaces relacionados con este texto:
-        Elena Medel: “Otra vuelta de canon”:

-        Mario Vargas Llosa:
-        Antonio Muñoz Molina:

 


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